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Grandes desafíos plantea política de reacercamiento de Trump con Rusia from Olivia Diaz's blog

Notimex

El interés de Donald Trump en dar un viraje a la política con Rusia plantea varios desafíos para la nueva administración, en momentos en que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos están en su...

El interés de Donald Trump en dar un viraje a la política con Rusia plantea varios desafíos para la nueva administración, en momentos en que las relaciones entre Rusia y Estados Unidos están en su punto más álgido en décadas, y en lo que analistas estiman como una nueva era de confrontación.

En primer lugar, el magnate deberá sortear las resistencias en Washington, ya que el establishment político ve a Rusia como la principal amenaza para el liderazgo de Estados Unidos en el escenario internacional, destaca un informe del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques del Senado de México.

El estudio denominado “Perspectivas de la relación entre Estados Unidos y Rusia en el marco del fin del gobierno del presidente Barack Obama”, expone varios desafíos que el gobierno de Trump deberá sortear a partir de mañana 20 de enero.

Además, deberá aceptar lo que Estados Unidos planteó después de la anexión de Crimea, en el sentido de que Rusia es un actor independiente en los asuntos internacionales, capaz de influir decisivamente en ellos y cuestionar en forma exitosa la distribución de poder en el escenario mundial.

Trump también deberá bajar el nivel la tensión que se vive con Rusia, el más alto desde el fin de la Guerra Fría, el cual comenzó a complicarse a partir del segundo mandato del presidente George W. Bush (2001-2009), y se mantuvo en el plano de la desconfianza y la agresividad durante los dos periodos de Obama (2009-2017).

Los dos grandes temas que explican el recrudecimiento de la rivalidad ruso-estadunidense durante el último lustro son fundamentalmente la crisis de Ucrania y la guerra civil en Siria, donde los intereses estratégicos de ambos países se encuentran contrapuestos.

Pero, sin duda, el tema que ha llevado al incremento en las tensiones y al abierto enfrentamiento diplomático es la presunta intervención cibernética en el proceso electoral estadunidense de noviembre pasado, patrocinada por el Kremlin, según revelaron agencias de inteligencia de Estados Unidos.

A pesar de que diversos funcionarios rusos, incluido el presidente Vladimir Putin, han negado dichas acusaciones, lo cierto es que la proliferación de grupos de hackers ligados a las fuerzas armadas y entidades gubernamentales de ambos países sugiere que hay un enfrentamiento cibernético permanente entre estos Estados desde hace algunos años, destaca el estudio del Senado de México.

La relación entre Washington y Moscú comenzó su espiral de deterioro a partir de 2004, cuando Estados Unidos externó su respaldo a las protestas con motivo de las prácticas fraudulentas en la elección presidencial de ese año en Ucrania, que a la postre obligaron a una repetición de los comicios, lo que resultó en el triunfo del candidato prooccidental Victor Yushchenko.

La interferencia de Estados Unidos fue considerada por Putin como un intento de Washington de “establecer una dictadura en los asuntos internacionales, disfrazándola con bella fraseología de seudo-democrática”.

El estado de tensión regresó en 2012, cuando Putin volvió a la presidencia de Rusia y canceló su asistencia a la cumbre del G-7 en Washington, así como sus esquemas de colaboración con Estados Unidos en materia de cooperación internacional para el desarrollo y desmantelamiento de lotes de armas químicas y radiológicas.

Pero fue hasta la crisis de Ucrania en 2014 cuando la relación entre Moscú y Washington adoptó una abierta rivalidad que se mantiene hasta hoy en día. A finales de 2013 miles de ucranianos salieron a protestar contra la decisión del presidente Victor Yanikovich –prorruso y cercano aliado de Putin- de cancelar la suscripción de un acuerdo de cooperación con la Unión Europea.

A partir del ambiente político en Ucrania, se polarizaron las posturas de las regiones del país afines a Occidente y aquellas cercanas a Rusia.

De esta manera, el Kremlin apoyó a grupos armados separatistas en las regiones de Donetsk, Lugansk y Crimea, esta última anexada a Rusia tras un referéndum no reconocido por gran parte de la comunidad internacional.

El enfrentamiento entre las fuerzas irregulares prorrusas y el ejército ucraniano han provocado a lo largo de tres años la muerte de unas 10 mil personas, lo que ha provocado la imposición por parte de Estados Unidos y la Unión Europea de sanciones económicas contra Rusia.

Otro aspecto relevante de la relación entre Moscú y Washington es la guerra civil siria que estalló en 2011 en el marco de la Primavera Árabe, luego de que el gobierno del presidente Bashar al Assad respondió con violencia a las manifestaciones que demandaban una mayor apertura democrática en Siria.

Desde el estallido de las hostilidades, quedó claro que Rusia tiene en el gobierno de Al Assad a su principal aliado en Medio Oriente, mientras que Estados Unidos simpatizó desde un principio con las revueltas, e incluso el presidente Obama consideró que “era tiempo para que Al Assad dejara el poder”.

En septiembre de 2015, cuando Siria seguía sumida en la incertidumbre en medio de un fortalecimiento territorial y militar del grupo radical Estado Islámico (EI), y el presidente Al Assad controlaba poco menos de la mitad del territorio sirio, Rusia autorizó la participación de su ejército en operaciones militares en Siria.

A partir de entonces, existen desencuentros respecto a los objetivos que la fuerza aérea rusa ha bombardeado en Siria. Rusia señala que tiene como objetivo las organizaciones terroristas islamistas, Washington alega que el objetivo de los bombardeos ha sido mermar a la oposición y apuntalar al presidente Al Assad.

Las posturas de Trump durante su campaña por la presidencia de Estados Unidos, que incluían comentarios positivos sobre el liderazgo de Putin, su escepticismo en torno a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y la importancia de privilegiar el combate al terrorismo islámico en Siria, lo hacían un candidato más afín a los intereses de Rusia que la ex secretaria de Estado Hillary Clinton.

El 29 de diciembre de 2016, Obama anunció sanciones contra Rusia por la supuesta interferencia de ese país en el proceso electoral de Estados Unidos, además de que ordenó sancionar a dos nacionales rusos responsables de los ataques cibernéticos y clausurar dos instalaciones diplomáticas rusas en Maryland y Nueva York.

Así como declarar “persona non grata” a 35 diplomáticos y desclasificar y divulgar información técnica sobre actividades cibernéticas civiles y militares rusas.

Ante tales medidas, la reacción de Putin fue más moderada a la de su ministro de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, quien pretendía aplicar iguales sanciones para Estados Unidos.

Luego en su conferencia de prensa del pasado 11 de enero, Trump fue más moderado en sus comentarios sobre Rusia y el presidente Putin, e insistió en su intención de distender las relaciones bilaterales y trabajar en conjunto para resolver los principales conflictos internacionales.


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